Una de las cifras más
alarmantes y elevadas en el país, es la del trabajo infantil; 1.091.000 menores
entre 5 a 17 años afrontan esta situación, según datos oficiales del
Departamento Nacional de Estadística (DANE).
La razón principal de la
manifestación de esta problemática, se
encuentra en las variadas realidades sociales de fondo al problema; la
‘necesidad’ es el principal motivo de las familias colombianas para vincular a
su círculo cercano a desarrollar sus actividades de sustento diario; donde
estas pocas ganancias y el gran número de personas que comparten una casa, no
es una atractiva operación con un resultado agradable. Un agregado es el tiempo
de los padres, es limitado para cuidar a sus pequeños; la mayoría de ellos
realizan esta función en su lugar de trabajo, donde el menor va adquiriendo
características, ademanes culturales del entorno; más adelante en su
crecimiento, se refleja levemente que los niños asisten a instituciones
educativas, (especialmente públicas) pero en el proceso académico, los pre-
adolescentes se vuelven más rebeldes, con perspectivas diferentes de vida,
tentados por los ‘placeres’ de la misma, incluyendo la vulnerabilidad y
‘asequibilidad’ de dirigir su rumbo hacia las ganancia de dinero, a causa del
sufrimiento del resto de la población; llega el quiebre y los padres viven más
estresados y agobiados por la situación, hasta el punto que no saben qué hacer.
Aquel ser amado, está
causando siempre problemas y no cumple con sus deberes, por esta razón ellos deben
laborar para conseguir el sustento de su familia; entonces la opción más rápida
es vincular a los jóvenes a enseñarles a trabajar para que sepan el esfuerzo
que es ganar dinero y así más adelante aspiren y continúen con el mismo trabajo
que su generación anterior, negando la oportunidad de progreso, desarrollo y
educación.
Son dos polos completamente
opuestos; por un lado, los padres de familia no ven con interés el tema, ya que
ellos mismos reconocen que necesitan de la ayuda del menor, los menores aunque
admiten la importancia del desarrollo educativo, no realizan ni fomentan ellos
mismos la práctica de ir regularmente a las instituciones y por otro lado, las
actitudes de desinterés del círculo social y cultural en el que se desarrollan
los menores, dejan mucho que desear del fomento de este tipo de prácticas.
En esta ocasión, pienso que
el ingenio social; debería estar rodeado de una falta de utilización del tiempo
dentro del hogar, del ámbito escolar del estudiante, así como la falta de
desarrollo en la propia sociedad donde se desenvuelve.
Observando las diversas
situaciones que viven los niños, cuando se camina por las principales calles,
podemos darnos cuenta que esto afecta a su desarrollo como persona, puesto que
cuando se va de afán por la acera y se enfrenta
a un mundo que se desconoce y se adapta un estilo de vida sin importar las consecuencias
que esto puede traer; con un bajo desarrollo a nivel intelectual, físico y
psicológico sometiéndose a una vida de esfuerzos; aquí hay actores principales
que cabe resaltar, la unión entre el estado porque ofrece oportunidades, los
padres de familia que tengan responsabilidad y aspiraciones con sus hijos para
alcanzar otras alternativas de bienestar, por último los menores que son
quienes más peso tienen en sus hombros para aprovechar y disfrutar al máximo
las ocasiones de satisfacción personal y mejoramiento de calidad de vida propia
y de su entorno.
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